Osvaldo Rivera Riffo

 

Hoy se conmemoran 30 años de la caída del muro de Berlín, el muro de la ignominia y del dolor, el mayor símbolo visible de lo que son las dictaduras comunistas.


Aún si juntásemos todo el material usado en la construcción de este muro contra la libertad, no alcanzaría para construir una tumba digna para los más de 850.000 muertos, víctimas de la opresión en la república oriental de Alemania.

Hoy no sólo debemos alegrarnos de la caída y liberación del imperio del mal y todo lo significó la cortina de hierro sino que guardar un silencio respetuoso por todos los mártires del mundo cuyas vidas fueron aniquiladas por la utopía socialista. Utopía que prometía, y aún hoy promete, avanzar al sistema perfecto: ese sin clases sociales, ese igualitario e inclusivo, ése que se asemeja al paraíso prometido y para el cual, incluso hoy, las sacerdotisas del mal nos guían paso a paso por la ruta del dolor, la destrucción, el odio y la venganza para alcanzar el poder total y consolidar el utópico Estado de felicidad comunista, que finalmente no es más que el Estado del Odio y la Opresión.

Cayó el muro pero Chile, una vez más hacía su numerito, de la mano de una casta de indeseables de políticos que se han enseñoreado con su dignidad. Se le abrieron las puertas a los dos criminales del pueblo alemán Erich Honecker y Margot Honecker y aquí, bajo el gobierno de Aylwin, y en calidad de refugiados vivieron a costa de nuestro erario en agradecimiento a las prebendas recibidas por los jerarcas marxistas chilenos que se refugiaron en esa zona roja del mundo, guardando sepulcral silencio de las atrocidades de las que fueron testigos desde los guetos en que los hicieron vivir.

Bachelet al igual que su madre, con verdaderos panegíricos a la vida de la sociedad marxista que compartieron por largos años. Nunca una palabra sobre los sagrados DD.HH. que dicen defender en todas las latitudes, donde ellos no gobiernan. Curiosa paradoja de la vida que Bachelet, adoctrinada, educada y formada para la lucha revolucionaria total en que por acción y omisión fue responsable de los crímenes que sus protectores cometieron en Alemania Oriental, hoy sea la Alta Comisionada de DD.HH. de la ONU.

¿Otro muro de la vergüenza el que representa esta Sra.? ¿Otra barrera mundial de la verdad la que encubre esta Sra.?

¿Cuantas oportunidades tuvieron los demócratas cristianos para denunciar la brutalidad del comunismo mundial? ¿Acaso Aylwin no sabía que existían 800 unidades militares en la RDA con más de 500 mil soldados. Acaso nunca supo el papel que le correspondió jugar a Honecker y su ministro de Educación en el aniquilamiento de sus opositores y en el fortalecimiento de la Stasi?

Fue increíble que mientras el mundo celebraba el grito de libertad del pueblo alemán, que mientras retiraban 500 toneladas de alambrada y recordaban las 27.000 horas/hombre que significó su construcción, aquí en el confín del mundo, se recibía y protegía a los criminales que organizaron la más oprobiosa represión comunista.

Por eso en este 9 de noviembre, día histórico para la humanidad libre, es bueno y necesario recordar que en una noche en silencio, sin previo aviso, el 12/13 de agosto de1961 los tanques rusos fueron la retaguardia de las tropas comunistas que comenzaron la construcción de esta obra diabólica, oprimiendo a una población de más de 13 millones de alemanes (más de 16 millones en 1989) los cuales por 28 años sufrieron la más cruel persecución y la separación arbitraria de familias completas.

En todos esos años más de 200 seres humanos, con sus sueños y anhelos de libertad, murieron intentando cruzar el muro acribillados por las balas comunistas. Pero para los comunistas chilenos esos pagaron el precio necesario por intentar vivir en un régimen burgués y ser contrarrevolucionarios.

Treinta años han pasado de esa gran Victoria del mundo libre. Pero 30 años después y 46 de haberse liberado Chile del comunismo, una asonada subversiva abierta y clara asola nuestro país con las mismas consignas, la violencia desatada, cubierta de demandas sociales que en el fatídico e  ingenuo lenguaje "políticamente correcto" todos justifican como legitimas con lo cual posan de "progres"- la maldita moda actual -sin ver el fondo del problema y de las causas profundas que ésta encierra... el anhelo de unos pocos por oprimir a otros muchos.

Celebramos en el mundo libre 30 años de la caída del muro de la miseria y, mientras tanto, el Presidente Piñera, al igual que Walter Ulbricht, negocia con la izquierda la mejor manera de que su figura salga bien parada de la crisis institucional que ha provocado la izquierda con sus socios del continente y para esto se entrega, reconociendo la “legitimidad de las manifestaciones”, el caos, la destrucción, la falta de autoridad y todo lo que ha significado el eufemismo de las “protestas pacíficas”.

Señor Piñera: ¿no estará colaborando en la construcción de otro muro del oprobio, esta vez en Chile?

"El mal no tiene poder si el bien no se acobarda"
Ronald Regan

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