Osvaldo Rivera Riffo
Presidente Fundación Voz Nacional


"Los hombres se distinguen menos por sus cualidades naturales que por la cultura que ellos mismos se proporcionan".
Confucio.


Estamos sin duda en una de las encrucijadas más duras de la historia de Occidente. Sus estructuras políticas, económicas, sociales y culturales están siendo atacadas por todos estos frentes inmisericordemente.

Sin embargo la madre de las batallas y la definitiva para ganar esta guerra es la “Batalla Cultural”. Es aquí, en esta estructura del pensamiento humano, donde se asienta la historia, la filosofía, la teología y la historia del arte. Y por aquí es donde los mercenarios y apologistas del caos están conquistando territorios mediante la mentira y la tergiversación de los hechos y circunstancias, como a su vez con nuevas teorías re interpretativas que influyen perniciosamente en el campo del pensamiento humano.

Sin duda que desde el inicio de la  primera guerra mundial (1914) nos enfrentamos a un conflicto bélico de una dimensión desconocida, cambiando profundamente el devenir de occidente. Incluso su sombra macabra llegó hasta avanzados años de nuestros días: un ejemplo de ello es la Guerra de los Balcanes, donde la memoria sigue viva.

La guerra es sin duda un fenómeno ancestral y está presente con claridad constituyente en las sociedades modernas y cuyo magma de brutalidad permanece latente.

Es por ello que estamos empeñados en dar a conocer e insistir en el conocimiento al que nos acerca la historia, pero también recurriendo a innumerables artistas, filósofos, y teólogos que nos han dado cuenta de esta temática. Todo con el fin último de hacer triunfar la belleza por sobre la fealdad, el bien sobre el mal y la verdad sobre la mentira y la tergiversación.

Desde Sófocles a Stanley Kubrick, de Homero a Howard Hawks, por citar unos pocos que hay que tener presentes para conocer la naturaleza humana.

Hoy intentaré explicar mi interés hablando de la importancia de Sófocles y lo haré trayendo a la memoria colectiva un trabajo expositivo realizado el año 2012 en al Instituto Cultural de Providencia. Fue una exposición de gran envergadura con obras clásicas originales de importantes museos italianos, como el Museo Arqueológico de Florencia, que apuntaba justamente a lo que hoy estamos defendiendo.

La exposición se llamó "Desde el  Frontón de Talamone a la Minerva de Arezzo" obra que representa el mito "Los siete contra Tebas" escrita por Sófocles. Este friso estaba instalado en un templo etrusco y data del siglo II AC. Y se descubrió en Grosseto en las cercanías de Florencia, provincia de la Toscana.

Según narra la historia de un autor anónimo, Sófocles habría escrito 133 tragedias en las cuales, temáticamente, recurre a los ciclos heroicos como reflejo de la tradicional vinculación entre el teatro y sus orígenes religiosos. De hecho, del total de 33 tragedias conservadas pertenecientes al siglo V a. C., 24 se centran en cuatro grandes ciclos de personajes mitológicos: el de Troya, la de Tebas, la de Micenas y la de Heracles. En el mito de Tebas se basa el contexto argumental de la exposición en referencia.

Estos ciclos míticos se concentran de manera simbólica, mediante traslaciones metafóricas, más o menos conscientes, de los principales arquetipos del comportamiento humano.

Es probable que en época de Sófocles los núcleos míticos tradicionales ya hubiesen alcanzado un grado notable de complejidad. Por ejemplo, en la historia de Edipo, pueden estar superpuestos o entrelazados diversos elementos míticos como el conflicto entre Edipo y Layo, que no sería el tema del «conflicto de generaciones». En cualquier caso se puede llegar a pensar que los antiguos dramaturgos, sobre todo en el caso de Sófocles, se percataron de que los mitos poseían una fuerza especial que los hacía singularmente aptos para darles un tratamiento poético, dramático y psicológico de gran impacto social.

El mito posee una rica versatilidad que facilita múltiples maneras de aproximación y refleja el instinto de la naturaleza del hombre.

En el Rey Edipo, la figura de Edipo resulta verdaderamente singular. Encarna el problema de la auto identificación, que se plantea mediante la dicotomía del ser y el parecer. Edipo desea conocer la verdad, cueste lo que cueste y en su búsqueda de la verdad se topará con tres personajes de su entorno palaciego: Yocasta, su madre y esposa; Creonte, su cuñado; y el adivino Tiresias. Ante Yocasta, Edipo se declara, con, quizá la mejor definición que a lo largo del tiempo ha conocido nuestro personaje, «Hijo de la Fortuna». Ante el adivino, Edipo se nos muestra confiado y autosuficiente, ya que por su propia inteligencia ha sido capaz de adivinar el enigma de la esfinge y a continuación promete ante sus súbditos, sin otro concurso que su misma inteligencia, librar a su ciudad de la criatura que la asuela.

Las relaciones de Edipo y el ciego adivino Tiresias son al principio de respeto, aunque poco a poco se van cargando de desconfianza y de mutuo recelo, para concluir en una abierta acusación: a ojos de Edipo, el adivino ciego Tiresias ha sido cómplice del crimen de su padre.

El alto significado psicológico de esta tragedia ha dado para que en los tiempos sucesivos se hable del fenómeno desde distintos ángulos y todo ello conforma parte del acervo cultural que estamos defendiendo. No en vano por esta razón llegó a Chile la exposición arqueológica que comento. Como muchas otras que fueron el motivo de las iras de la izquierda complaciente con el feísmo y lo mentiroso, y sedienta de odio por el pasado glorioso del talento y la inteligencia, pero que siempre han estado presentes, ocultos bajo las sombras de la cultura de la muerte.

Nos acusaron de elitistas por intentar influir con lo mejor del arte en la formación de la ciudadanía y destruyeron todo bajo la administración comunista de la comuna de Providencia. Es mucho más rentable para la izquierda y para la derecha culta de mall o galería mantener en la ignorancia al pueblo ya que de esa forma impiden la formación del espíritu crítico y la fuerza de las ideas verdaderas.

Hoy despierta un amplio sector nacional y sin temor, como los héroes descritos en la mitología, venceremos como Hércules (Heracles) a las serpientes que nos intentan estrangular y las cadenas del horror con las que nos quieren amordazar.

"Las personas sin conocimientos de su pasado, su origen y su cultura, son como un árbol sin raíces".
Marcus Garvey

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