Osvaldo Rivera Riffo
Presidente Fundación Voz Nacional


No cabe duda que nuestra estabilidad institucional está dañada por vientre y lomo. Sobran las interpretaciones o reinterpretaciones de la historia para analizarlas. Lo que sí es claro es que el mundo occidental está sufriendo un deterioro con características terminales.

¿Se estará de verdad terminando el ciclo de una era, quizás el de mayor beneficio para la calidad de vida del ser humano?

¿Será posible que el germen de la destrucción nazca y se reproduzca en la misma naturaleza humana? Pareciera ser que la sintomatología apunta a un diagnostico en esa dirección.

La lucha por el poder no tiene fronteras, nunca la ha tenido. La ambición por controlar la voluntad de las masas ha sido siempre el caldo de cultivo para el inicio de las convulsiones revolucionarias, que disfrazadas con otras variables que las justifiquen, siempre han tenido como resultado final muerte, destrucción y caos, donde los promotores intelectuales del "nuevo orden" se han convertido en los nuevos amos. La carne de cañón, la que estuvo en las barricadas levantando las banderas del pueblo supuestamente oprimido, quedó sólo como muestra alegórica en los discursos, cayendo sus nombres en el olvido o muchas veces caminando junto a los representantes del antiguo régimen, por igual, al patíbulo.

La Revolución Francesa, causante de los peores males de la humanidad dejó en la inmortalidad uno de los cuadros más significativos y de extraordinaria belleza: "La libertad guiando al pueblo" de Eugène Delacroix.

La mujer llevando la bandera en una mano y el fusil en la otra. Todo el cuadro en estructura de pirámide, donde un moribundo a sus pies la mira como diciendo muero por la virtud de la libertad y sin embargo las luchas intestinas entre girondinos y jacobinos dieron origen a la etapa más ruin de la historia, la época del terror donde nuevamente el simbolismo de la mujer llevada por su romanticismo queda representado en la historia de la bañera. Charlote Corday acuchilla a Marat mientras, como era su costumbre, trabajaba dándose un baño. El final de la heroína procesada y guillotinada.

Sobre Chile y su estabilidad política se ha hablado haciendo verdaderos panegíricos de su ejemplo. La verdad es que no es  más que otro mito que usa la clase dominante a cargo del poder de turno, para adormecer la conciencia ciudadana de la historia y sujetarse del poder.

Desde 1810 a nuestros días hemos atravesado por varias guerras civiles, amotinamientos, caudillismos, varias constituciones y golpes de estado .En un corto periodo de 6 años, en el siglo pasado, llegamos a tener 17 presidentes de la república y 9 golpes de estado, como también períodos de estabilidad, pero siempre al acecho de la lucha por el poder entre los dos poderes, de los tres que forman la estructura del Estado. Ejecutivo y Legislativo en una lucha constante.

A lo anterior sumamos entonces los agentes del caos. Históricamente aparecen falsos intelectuales que a causa de sus frustraciones personales, las escriben y repasan en sesudos libros  reinterpretando la naturaleza del Ser y por tanto, con un halo de divinidad, impulsan al hombre a abrazar un nuevo cambio. Destruyan lo construido, quemen lo que han adorado y adoren... NADA, esa es la consigna, nada a que aferrarse, nada por lo que sentirse seguro, nada que ofrezca luz en el futuro inmediato, nada que abra las puertas de un destino mejor.

El fin de una Era para caer en las tinieblas.

En épocas pasadas al menos había liderazgos que, equivocados o no, conducían a un camino de salida. Se podía creer, hacer fe en la fuerza de las convicciones. ¿Ahora que hay? Con tristeza recuerdo los años en que motivados por el estudio advertíamos, ¡cuidado! Si no nos aferramos con firmeza al andamiaje cultural que nos ofrecen nuestros orígenes correremos el riesgo de repetir la historia con mayor dureza y con mayores pérdidas.

Eso no ocurrirá contestaban los jóvenes dirigentes, que al igual que yo reconstruíamos el país. ¿Cómo que no ocurrirá? contestábamos con preocupación y la respuesta tranquilizadora no se hacía esperar " Estamos construyendo un nuevo estilo de hacer política". Ese nuevo estilo llevó a enjuiciar y marginar a las FFAA del quehacer nacional. Ese nuevo estilo llevó a terminar con todas las barreras de una democracia protegida. Ese nuevo estilo llevó a crear un individualismo insoportable en que la competencia no es por talentos ni capacidades, sino por tu mayor o menor servilismo a la clase dominante. Un nuevo estilo donde no imperan ni principios ni valores, donde tampoco impera el orden ni el estado de derecho. Una nueva forma de hacer política donde la violencia ha impuesto las reglas del juego. Un nuevo estilo que ha dado vida a la relativización histórica, filosófica, teológica, de la historia del arte y de aquellos valores más arraigados del comportamiento humano, como son la amistad, el respeto, la admiración, el honor, la dignidad.

Es terrible mirar la radiografía de nuestra enfermedad pero el diagnostico, a pesar de todo, no creo que sea terminal,

El remedio: dejar el celular, salir de nuestra posición de confort.

Dejar el miedo y atreverse a opinar; hacer opinión.

Y, lo más importante, no renunciar a ejercer lo último que nos queda: expresar nuestra voluntad ciudadana e ir a votar.

Si no lo hacemos estaremos perdidos irremediablemente y se sentirá, a poco andar, el ruido de la carreta que trae la guillotina por los caminos polvorientos que deja la revolución.

No será el virus el que nos mate, será su vecino. Así cuenta la historia.

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