Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


Cuando era estudiante de los primeros años de enseñanza, por cierto de calidad, donde existía el profesor serio competente y con autoridad, nos enseñaban que en la naturaleza existían tres estados de la materia: líquido, gaseoso y sólido. En base a ejemplos íbamos comprendiendo el significado de estos distintos estados.

Pero lo más importante, aparte del mundo material, es el filosófico donde también se habla de estado de naturaleza que es un concepto de moral y filosofía política, especialmente en el ámbito iusnaturalista usado en religión, teorías contractualistas y de ley internacional. Es una hipótesis metodológica que consiste en remontarse a la hipotética situación del hombre antes de la instauración del Estado Civil, esto es, del derecho, de la autoridad política y, según el caso, también de las normas morales.

De este modo, se pretende dilucidar la situación natural de los hombres, así como su naturaleza y derechos.

Sin intentar profundizar en estas materias de la cual soy un simple lector, Hobbes en su famoso libro Leviatán desarrolla bajo su prisma el estado de naturaleza. Pero también Locke, Montesquieu, Rousseau, han dado su interpretación al estado de naturaleza del hombre. Uno desde la visión de la libertad, el otro bajo el prisma del pensamiento primero y el último sobre la base que las personas no son buenas ni malas, nacen con un pizarrón en blanco donde de acuerdo a la sociedad y al ambiente se escribe la dirección que tomamos.

Toda esta reflexión viene al caso ya que según la jerga política actual, expresada por los simplistas ideológicos de los medios de comunicación, por los políticos sin fundamentos conceptuales serios y repetidas por la “siutiquería” imperante en nuestra sociedad, se habla de política líquida como si eso fuera algo amorfo que toma la forma del tiesto en que se contenga (característica del estado líquido)

No logro comprender si es líquido el planteamiento del partido comunista y su apoyo insustituible a Boric y su plan refundacional de la República, como tampoco puedo entender que sea líquido el planteamiento colectivista de la Provoste y esa endémica soberbia mesiánica de la democracia cristiana.

Tampoco es líquida la incursión de un grupo de oportunistas políticos que intentando engañar a la opinión pública inventaron un personaje de origen vulnerable y pobre para elevarlo a los altares de la superación y el ejemplo.

Como mucho menos líquidos son los planteamientos políticos, sociales y económicos que expresa Kast, donde sobre sale la consecuencia permanente de su pensamiento y la altura con visión de estado que el país requiere.

Líquidas sin duda, son las argumentaciones de quienes intentan opacar la voluntad popular que quiere, orden, seguridad, estabilidad y progreso; donde impere la moral en el servicio público, donde prime la estética en el plano cultural y artístico, donde se pueda recuperar el bien, la verdad y la belleza para construir una sociedad mejor, respetando nuestra historia y sobre todo entendiendo lo que es la razón última del Ser.

Por eso los falsos conductores de opinión llaman líquido a un proceso seguro y claro. Con esa expresión, mañana ellos que son la esencia de lo líquido, se adecuarán en el tiesto que mejor les acomode.

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