Osvaldo Rivera Riffo

 

“La dignidad humana es el derecho que tiene cada ser humano, de ser respetado y valorado como ser individual y social, con sus características y condiciones particulares, por el sólo hecho de ser persona.”

“Como seres dignos, somos merecedores al derecho a la vida, a la libertad (salvo como pena si se ha cometido un delito).a la educación y a la cultura, al trabajo, a poseer una vivienda, a construir una familia,...Debemos poder elegir nuestro destino, nuestras ideas, nuestra vocación, con el único límite del respeto a los demás“

Esto que he resumido, está plasmado en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, que declaró a todos los seres humanos como iguales y libres en sus derechos y en su DIGNIDAD.

Una consideración universal que en múltiples tratados internacionales, como en Constituciones Nacionales, ha sido ratificado innumerables veces.

Pero pareciera ser que esta valiosa consideración universal sólo ha servido para desarrollar prácticas políticas partidistas, utilizándola con el único propósito de ejercer influencias de poder y abusar de la responsabilidad que le corresponde al Estado para cautelar estos derechos.

Así, tenemos la validación política que hace la izquierda de los DDHH casi como condición exclusiva para su manejo y arbitrio.

Entonces, nos encontramos con todo tipo de atropellos a la Dignidad humana por la sola condición de no pensar como lo determina la izquierda o cualquier otro grupo totalitario afín a su pensamiento y acción política.

Hemos entrado, como escribió hace poco un destacado columnista de un diario nacional, en un “nuevo oscurantismo” ya que se pregunta y con razón, “si estamos ante una nueva inquisición operando de facto...”

Lo anterior sirve como antecedente para abordar la grave situación ocurrida en la Universidad Católica, en que usando las redes sociales se destruyó la imagen de un joven dirigente gremialista, haciéndole perder no sólo la elección a la Federación de Estudiantes, sino su dignidad y su valor como sujeto de liderazgo y persona. Esta acción despiadada hizo surgir en el ser humano, sentimientos de rencor y odio: los peores síntomas de descomposición social. Me surge al pensamiento el pasaje bíblico “el hombre está hecho de barro” pero en estos casos de barro putrefacto donde se manifiestan las más desbastadores pasiones humanas.

Este grave camino está construido por la carencia absoluta de valores y principios rectores del comportamiento humano y del mal entendimiento de algunas libertades, como la de expresión y prensa que sin titubear un instante lanzan una acusación disfrazada de información, con el más turbio y negacionista valor por la verdad. Y ello, sin que mañana exista una mínima expresión de aclaración por la verdad y una disculpa pública por el daño causado.

Hoy otro joven es víctima del escarnio público producto de una mala decisión política y por la cual dio las disculpas correspondientes al país. Pero ahora se trata del hijo del Presidente y por lo tanto hay que atacarlo sin cuartel para obtener un dividendo vil, por las mismas acciones que en el pasado cometieron sus propios acusadores o autoridades de ese sector. No sólo le falta estatura a una senadora, le falta algo más importante, le falta sacudirse del resentimiento producto de su pasión política.

Estamos atravesando por tiempos difíciles y complejos, no sólo faltan liderazgos profundos y fuertes en los distintos quehaceres del orden social. Faltan también y gravemente, conceptos morales que deben estar arraigados en el accionar del ser humano si quiere conservar su dignidad.

Tenemos que hacer frente a este desastre de la convivencia nacional y buscar caminos que den seguridad, tranquilidad, respeto al orden establecido y que cada hombre y mujer de este país pueda diferenciar, con mediana claridad, el bien y el mal y así avanzar juntos a la prosperidad material y espiritual que tan necesaria se hace.

Las instituciones de nuestro país, todas sin excepción, atraviesan por una grave crisis de credibilidad. Los medios de comunicación y fundamentalmente el nuevo proceso de relaciones interpersonales a través de redes sociales, necesitan urgente una re orientación moral y ética y, por duro que sea, la autoridad tiene que hacer cumplir la ley en su forma y su fondo, en su letra y su espíritu y no aplicarla de acuerdo a cómo van los “precios en la feria” ya que la historia no la juzgará por las encuestas.

 

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