Por Enrique Subercaseaux
Donald Trump lleva más o menos un mes en la Casa Blanca. El ritmo de cambios ha sido vertiginoso, pareciera que el tiempo se acelera y las acciones van en la dirección correcta.
Encontró un país maltrecho: su economía, su educación, su seguridad publica y el optimismo de su sociedad sufren del impacto negativo del Gobierno saliente. Prueba concreta de la voluntad popular de cambio es la gran votación republicana, que conquisto ambas cámaras del Congreso, además de la Casa Blanca. Requisito indispensable para desarrollar un plan de ajustes que está en plena marcha.
El concurso valioso de Elon Musk ha significado mayor eficiencia, rapidez en la toma de decisiones y su ejecución, y un nuevo y valioso Angulo para analizar los problemas “desde fuera de la caja”. El Estado Leviatán esta siendo domado y reducido paulatinamente. El despilfarro y los gastos están siendo revisados a la baja.
Temas de seguridad están siendo reevaluados, las agencias tales como la CIA, el Pentágono y el FBI puestas bajo observación.
Aunque el área donde han sido mas tangibles los avances han sido en la política exterior. Agoreros a nivel global hablaban de la pulsión aislacionista de la nueva Administración. Y que, además, le daría la espalda a su “patio trasero”. Ni lo uno ni lo otro.
Trump ha sido muy rápido en alinear a sus aliados y países con los cuales trabajara: Japón, Corea del Sur, China y Rusia, por el flanco oriental, Israel y Arabia Saudita por el medio oriente, y El Salvador y Argentina en América Latina. Es claro que se pretende desmontar el “wokismo” (muchas grandes empresas iniciaron la tarea espontáneamente), y avanzar en la pacificación de dos puntos álgidos en el globo: Ucrania y el medio oriente.
Es cierto que su técnica negociadora no es la de las mas convencionales, pero es efectiva. Tanto Canadá como México han cedido a las exigencias de Washington, centrándose en “fronteras seguras” y una drástica disminución del trafico de drogas transfronterizo y regional. Esto para partir, siguiendo luego con temas comerciales que no están en adecuado equilibrio. Es importante subrayar que los intereses de Estados Unidos son distintos a los de países mas pequeños, por lo que a veces es complicado seguir la hilatura estratégica de las negociaciones.
El Mundo ha vivido años infructíferos. A la parálisis económica producto de una pandemia global impulsada por un capricho eugenésico de unas elites desaprensivas y avaras, se suma el despilfarro prohibitivo debido a la ideología de género, el “Green new deal” que ha encarecido la energía y el transporte en occidente (dejando off-side a Alemania) y una visión geopolítica que ha quedado anclada en visiones hegemónicas del pasado.
La visión de la democracia se ha reblandecido, dejando a los votantes y sus urgencias de lado, y se ha transitado mas a una modalidad de autoritarismo tecnocrático. Las voces de la elite, dentro de una caja sin ecos, han maltratado el tejido social de occidente, relegando cultura, historia y folklore al baúl de los recuerdos. Todos esto con un gran costo en términos de paz social y viabilidad civilizacional.
Pero donde la apuesta de Trump se redobla, con gran apoyo social a nivel global, es devolverles a las personas su dignidad y su autonomía, circulando desde un estado sobre regulado a un estado en dieta estricta, para disminuir ineficiencias y hacer desaparecer la arbitrariedad de las burocracias.
La verdad y la libertad han estado postradas largo tiempo, y ya es hora de recuperarlas. Así, la autoestima y la energía vuelven a circular por las arterias globales. No es solo la sangre de la vida, sino que también es el amanecer de una noche demasiado larga, donde el reloj del tiempo pareció entrampado en la arbitrariedad de una tribu de pigmeos, cuya única prioridad eran los doblones en su monedero y el peso de su corona, como símbolo de un poder artificial.
.