Un mensaje a Evelyn Matthei 

 

 

 

 

 

 

Gonzalo Ibáñez Santamaría


En reciente entrevista (*), don Juan Sutil, quien acaba de incorporarse al comando de Evelyn Matthei, señala que “lo que nosotros deberíamos hacer . . . es enterrar el pasado y las divisiones y mirar desde la verdad el futuro”. Grave contradicción, porque si se quiere mirar al futuro, esta verdad no puede ser otra que la del pasado, por lo que no podemos de ninguna manera enterrarlo y, menos, seguir adelante como si él no hubiera existido.

 
Este pasado al cual se refiere Juan Sutil es, sin duda, el del régimen marxista imperante en nuestra patria entre los años 1970 y 1973 y el del pronunciamiento militar que le puso término. Es un pasado doloroso y traumático, pero creo que lo peor que podríamos hacer es olvidarlo y enterrarlo, porque a muy poco andar lo tendríamos de nuevo como presente.
Ese pasado nos enseñó lecciones que no podemos olvidar. Básicamente, que con la política no se juega y que ella no está para hacer experimentos ideológicos, sobre todo tan destructivos como aquel que sufrió Chile bajo el régimen marxista, según lo denunciaron, entre muchos otros, Eduardo Frei Montalva y Patricio Aylwin. También, que es deber de un gobierno hacer un buen ejercicio del poder alejado de todo capricho. En fin, que no podemos poner nunca más a nuestras Fuerzas Armadas y de Orden en la necesidad de ejercer su fuerza para rescatar al país de las consecuencias negativas de un mal gobierno.
Es desde esa verdad que hemos de mirar al futuro. La seriedad política exige hacerlo porque, de lo contrario, ciertamente repetiremos ese pasado. De hecho, como no queremos reconocer nuestra historia, estamos ya repitiéndolo y aun agravado. Fue, por lo demás, lo que le sucedió a Sebastián Piñera que se negaba a reconocer ese pasado y, por lo tanto, nunca aprendió las lecciones que de él se derivaban. El resultado fue el estallido de violencia de octubre de 2019, del cual todavía no podemos reponernos y que, por cierto, puede repetirse.
En este escenario y a pesar de todo, Evelyn Matthei se niega rotundamente a tomar en cuenta la historia reciente de Chile, hasta el punto de que su candidatura parece serlo de un país imaginario. No es de extrañar entonces que su discurso no penetre en la ciudadanía y que, al contrario, resbale sobre esta sin dejar huella alguna. En definitiva, es así como ella se cava su propia tumba y le abre camino a candidaturas como la de José Antonio Kast y también a la de Johannes Kaiser que van quedando como las únicas alternativas serias para las elecciones de noviembre próximo.
 
*(El Mercurio, 10/08/25, D 4)
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