Gonzalo Ibáñez Santamaría


Es lo que el expresidente Eduardo Frei Montalva declaraba al diario español ABC el día 10 de octubre de 1973, pocos días después de que hubiera sucedido el pronunciamiento militar que destituyó a Salvador Allende como presidente de Chile y puso término a su régimen que había llevado a Chile al borde de su destrucción y a su población al borde de una guerra civil. Y agregaba: “Los militares fueron llamados y cumplieron una obligación legal; porque el Poder Ejecutivo y el Judicial, el Congreso y la Corte Suprema habían denunciado públicamente que la presidencia y su régimen quebrantaban la Constitución, los acuerdos votados en el Parlamento y las sentencias dictadas por los jueces absolutamente extraños a la política. Allende vino a instaurar el comunismo por medios violentos, no democráticos, y cuando la democracia, engañada, percibió la magnitud de la trampa, ya era tarde. Ya estaban armadas las masas de guerrilleros y bien preparado el exterminio de los jefes del Ejército. . .”.

La claridad con que se expresa este expresidente es meridiana y no deja la menor duda acerca de cuánta razón asistía a las Fuerzas Armadas y Carabineros en su decisión de poner término al experimento que pretendía arruinar a Chile y así convertirlo en una segunda Cuba y en un lacayo del imperialismo soviético. Sin embargo, hoy que estamos en camino de conmemorar los cincuenta años del pronunciamiento militar parece que nadie se acuerda de este testimonio, esencial, sin embargo, para comprender lo que entonces sucedió.

Especialmente el gobierno, con Boric a la cabeza y con todos los partidos que lo acompañan, están embarcados en una campaña de desinformación destinada a convencer a la población de que lo que sucedió el 11 de septiembre de 1973 no fue sino una asonada militar producto de la ambición de algunos generales y almirantes. Y que fue ella la que terminó con la democracia, como si Allende y sus secuaces no fueran sino ángeles celestiales libres de toda culpa.

Las Fuerzas Armadas y Carabineros intervinieron llamadas por la civilidad como el último recurso del cual el país disponía para evitar su demolición y la masacre de cuantos intentaran oponerse a los designios del marxismo. Tal como había sucedido en todos los países que habían tenido la desgracia de caer bajo el dominio de esa ideología.

Es lo que los chilenos no podemos olvidar a riesgo de repetir otra vez esa experiencia con el resultado de que, en esta oportunidad, ella triunfará en sus propósitos. Es lo que, por lo demás, ha estado a punto de suceder con el régimen que hoy dispone del poder político en el país. Por eso, el combate acerca de la verdad de lo que sucedió hace cincuenta años es de máxima importancia.

Fuente: https://web.facebook.com/gonzaloibanezsm

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