domingo, 21 de octubre de 2018

 
A mediados del siglo pasado un escritor, periodista y político muy leído, Jenaro Prieto, escribiendo en “El Diario Ilustrado”, bautizó a Chile como “Tontilandia”, atendida la cantidad de estupideces discurridas entre el Gobierno y el Congreso. En ese tiempo los jueces todavía eran probos y se limitaban a aplicar las leyes, que no eran culpa de ellos, de modo que no caían en el anatema de Prieto.
 
Después hubo gigantescas tonterías nacionales unánimemente compartidas, como la Reforma Agraria (iniciada por un gobierno de derecha) y el robo del cobre a los norteamericanos, que tuvo el apoyo también de la derecha como represalia por el apoyo que ellos habían dado al robo de las tierras a los agricultores.
 
De hecho, las Grandes Tonterías Nacionales a veces han contado con apoyo norteamericano. 
 
En particular, cuando los militares chilenos echaron en 1973 a los comunistas sin sacrificar una vida norteamericana ni pedirles a los Estados Unidos un dólar ni una sola bala, éstos cerraron filas con la URSS y su KGB para hostilizar a Chile en la ONU y hasta discurrieron la Enmienda Kennedy para encarecernos las armas cuando más las necesitábamos.
 
Y así llegamos a hoy, cuando la Gran Tontería Nacional es que la persecución y prisión inconstitucionales e ilegales contra los militares que derrotaron al terrorismo armado y nos salvaron de un gobierno totalitario, se justifican porque el Gobierno Militar habría perpetrado “violaciones graves, crueles, sistemáticas e inaceptables a los derechos humanos”, para emplear palabras de esa antena repetidora que se llama Sebastián Piñera.
 
Lo peor es que éste es un parecer ya unánime: “El Mercurio” de hoy se pliega a él en su “Semana Política”, al afirmar que lo sucedido tras una competencia deportiva en la Escuela Militar “lesiona esfuerzos transversales por establecer una doctrina inequívoca de rechazo a las violaciones a los derechos humanos”. También el columnista de derecha y rector universitario Carlos Williamson dice, en “La Segunda”: “Muchos de quienes apoyaron al ‘Sí’, la inmensa mayoría, desconocían las violaciones sistemáticas a los derechos humanos y quizás fueron ingenuos y torpes al no dar crédito a las denuncias”.
 
Increíble. Pues cuando los derechistas están siendo “ingenuos y torpes” es hoy, cuando abrazan otra Gran Tontería Nacional, basada en meras consignas. 
 
Como he probado en mi “Historia de la Revolución Militar Chilena 1973-1990” —que pese a su silenciamiento general se sigue vendiendo a razón de 400 ejemplares mensuales— y en mis blogs y comentarios, si hubo un régimen vigilado, supervisado y controlado en materia de derechos humanos fue el Gobierno Militar, que además, tenía el respeto a los derechos humanos incorporado como un precepto en su “Declaración de Principios”. 
 
Por si eso no fuera suficiente, ese gobierno era objeto de la vigilancia y el acoso internacionales, anualmente juzgado en relación a ese tema en la ONU, teniendo que soportar desde un comienzo las visitas de inspectores y comisiones predispuestas en su contra en la materia, que podía hablar y vigilar todo lo que quisieran, y lo hacían. Además, los créditos al país dependían de su grado de respeto a los derechos humanos. Hasta la amenaza de boicot internacional se sustentaba en que, si no se respetaban esos derechos, se bloqueaba nuestro comercio exterior. 
 
Tantas eran las garantías a ese respecto, no exigidas a ninguna otra nación, que el Presidente de la Cruz Roja Internacional, Jean Francois Bonard, según documentó el historiador James Whelan, podía visitar cualquier prisión en Chile cuando quisiera y sin necesidad de pedir autorización previa ni avisar a nadie.
 
Es decir, si había un gobierno que no podía violar “sistemáticamente” los derechos humanos era Chile entre 1973-1990.
 
Pero éste es un país fácilmente manejable por consignas y, como sucede en casi todas partes, la izquierda maneja los medios. Los comunistas además castigan con insultos y hasta con violencia física a quienes no las repiten, como lo puede certificar el único candidato presidencial de derecha, José Antonio Kast. Así es que, más por la fuerza que por la razón, ya todos repiten la última Gran Tontería Nacional.
 
 
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