José Antonio Kast
Abogado, ex diputado, fundador de Acción Republicana
 

 

Michelle Bachelet, directa o indirectamente, ha estado vinculada a una serie de casos de corrupción y en ninguno de ellos ha dado una explicación satisfactoria. Eso, lejos de ser una buena noticia, nos habla de que la corrupción aquí en Chile se guarda debajo de la alfombra y las investigaciones no llegan a fondo.

Poco más de tres años después, Dilma Rousseff, heredera de Lula, viajó a Chile a reunirse con Michelle Bachelet. En una visita que duró menos de 24 horas y anunciada con muy poca anticipación, trascendió que la destituida mandataria brasileña quería tener un encuentro cara a cara con Bachelet. Algunos meses después, Rousseff sería destituida por el Congreso brasileño y poco supimos de lo que se trabajó en ese encuentro. 

Estos dos hechos aislados, junto con escasas informaciones y trascendidos de prensa, es todo lo que sabemos de los vínculos entre Michelle Bachelet y los escándalos de corrupción en Brasil. Hasta ahora.

El triunfo de Jair Bolsonaro, tan resistido por la izquierda chilena, ha abierto una luz de esperanza para conocer la verdad sobre el eventual financiamiento de campañas políticas chilenas desde el extranjero. Aun cuando en toda Latinoamérica decenas de funcionarios y autoridades han sido juzgados y sus redes de corrupción descubiertas, en Chile ha pasado poco y nada. Por eso, el anuncio que han hecho las futuras autoridades de gobierno de Brasil sobre su disposición a llegar a acuerdos que permitan la cooperación internacional en las investigaciones de delitos de corrupción y también facilitar el intercambio de información, es un paso determinante para la justicia chilena. El caso en Chile, liderado por la fiscal Ximena Chong, lleva más de tres años sin producir resultados concretos, y pese a la escasa, pero importante evidencia, no se ha citado a declarar a la ex Mandataria chilena ni a su círculo de confianza que manejó su campaña presidencial.

Respecto del financiamiento de campaña, está comprobado que se montó una fábrica paralela de boletas irregulares dirigida por Giorgio Martelli y asesores directos de ella, donde hasta sus amigas más cercanas boletearon.

En Chile, estamos acostumbrados a decir que no somos un país corrupto y que la corrupción sólo se da de manera aislada. Al contrario, muchos afirman orgullosamente que no es nada comparado con otros países, donde varios ex Presidentes están presos y otros procesados por corrupción como Perú, Brasil y Argentina. La verdad, creo que no tenemos nada de qué estar orgullosos. Michelle Bachelet, directa o indirectamente, ha estado vinculada a una serie de casos de corrupción y en ninguno de ellos ha dado una explicación satisfactoria. Eso, lejos de ser una buena noticia, nos habla de que la corrupción aquí en Chile se guarda debajo de la alfombra y las investigaciones no llegan a fondo.

En Caval, se lavó las manos alegando desconocimiento y que se enteró por la prensa, siendo que todo indica que antes, durante y después, La Moneda estuvo involucrada en la estrategia legal y comunicacional de estos hechos. Respecto del financiamiento de campaña, está comprobado que se montó una fábrica paralela de boletas irregulares dirigida por Giorgio Martelli y asesores directos de ella, donde hasta sus amigas más cercanas boletearon. Aún así, ella nunca ha declarado sobre la materia y la prensa nunca pudo encararla para conocer sus respuestas. Por último, respecto de financiamiento desde el extranjero, nunca se supo cómo el ex Canciller Heraldo Muñoz ingresó las donaciones en dólares que le hicieron en el famoso yate o en qué se tradujeron los apoyos explícitos que Bachelet recibió de Brasil, el rol que jugó Martelli como asesor de OAS o si algo sabía Dilma Rousseff para entender su viaje a Chile.

Si la promesa del Gobierno de Jair Bolsonaro se hace efectiva, puede tener una tremenda implicancia para nuestro país. De comprobarse la responsabilidad de Michelle Bachelet, por primera vez un ex Presidente de la República podría ser juzgado por corrupción en Chile y su eventual condena cambiaría la percepción de corrupción que tenemos los chilenos. Espero que el Ministerio Público acelere su investigación y le dé prioridad, y los medios de izquierda no sigan siendo tan complacientes con el silencio de Michelle Bachelet y sus cercanos. Llegó la hora de conocer toda la verdad, caiga quien caiga.

 Fuente: https://ellibero.cl/opinion/jose-antonio-kast-llego-la-hora-de-michelle-bachelet/

 

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