Gonzalo Ibáñez Santa María



Como todo lo hacía prever, el juez Madrid ha cerrado el caso sobre la muerte de Eduardo Frei Montalva declarando que él fue víctima de un asesinato y procediendo a condenar a seis personas. Pero, al momento de mostrar en qué consistió ese asesinato, cae en lo incomprensible. Desde luego, rechaza la tesis favorita de Carmen Frei y, ahora, de su hermano Eduardo, esto es, la de que haya sido envenenado. Según Madrid, después de los innumerables exámenes a que fueron sometidos los restos del expresidente, no se encontraron huellas de nada que permita sustentar esa tesis. Tampoco se pudo encontrar ninguna relación causal entre los que han sido condenados y las autoridades de la época. Por lo que los condenados, habrían actuado por cuenta propia y el crimen se habría perpetrado en la sala de operaciones.
Pero, aun así, no sería un homicidio calificado, sino solamente simple; es decir, sin que haya concurrido ninguna de las circunstancias agravantes que hubieran permitido declararlo como tal, entre otras, la de premeditación y alevosía. Pero, si el crimen fue en la sala de operaciones, es imposible que haya sido sin esa premeditación y alevosía. A lo más, en ese caso, habría habido una negligencia médica como explica hoy, 1° de febrero, en carta al director de El Mercurio, el dr. Francisco Ossandón Correa, expresidente del Departamento de Ética del Colegio Médico (1).

Estas son algunas de las contradicciones de este fallo. que se suman a las circunstancias que lo han rodeado. Sobre todo, al hecho de que la primera acusación de que hubo asesinato se formuló casi veinte años después del fallecimiento. Nunca antes, nadie de la familia, hizo el menor comentario al respecto. Tampoco, nada dice el fallo sobre la acción del médico contratado por la familia para practicarle la operación a Frei, esto es, el dr. Augusto Larraín. El dr. Ossandón señala, en la carta citada, que fue él quien cometió negligencia, sobre todo cuando se negó a regresar de Pucón para practicar la segunda operación. Sin embargo, ahora se  carga al dr. Patricio Silva con la máxima responsabilidad.

De lo que sucedió tanto en la primera operación como en la segunda, un testigo calificadísimo fue el dr. Juan Pablo Beca, nada menos que yerno de Frei Montalva, el cual ha insistido hasta el día de hoy que no hubo ninguna acción dolosa, sobre todo en la segunda operación. El asistió tanto a la primera como a la segunda.  Sin embargo, el fallo no parece tomar en cuenta su testimonio.

Un fallo, pues, cargado de incongruencias; pero que genera consecuencias muy graves, como es la condena de personas cuya responsabilidad más se presume que se demuestra. Como es el manto de duda que tiende sobre la idoneidad de un ministro de tribunal de justicia, y sobre su imparcialidad. Y asimismo sobre la validez del recurso a los derechos humanos que ya más parece cantinela que otra cosa.

(1) Señor Director: Lo expuesto por el juez Madrid parece más una acusación de negligencia médica que de homicidio. No parece claro que afirme que las operaciones fueron inadecuadas. Un intestino necrótico es un intestino muerto, sin irrigación sanguínea y lleno de bacterias que pasan al torrente sanguíneo, generando una sepsis. Un paciente con un intestino necrótico no extirpado muere irremediablemente en pocos días. Si bien la cirugía ayuda a superar la emergencia intestinal, no necesariamente impide la sepsis generalizada del paciente, que puede ya estar instalada.

El doctor Patricio Silva acude a solucionar la emergencia que él no generó, porque el cirujano tratante se fue a un Congreso médico en Pucón. Lo que parece poco explicable es cómo se dio de alta a un paciente a su casa, con sufrimiento intestinal en evolución. Tiene que haber tenido síntomas importantes. El cirujano tratante inicial debió haber permanecido junto a su paciente que no estaba bien.

Dr. Francisco Ossandón Correa
Expresidente Departamento de Ética
Colegio Médico de Chile

 

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