Alex Droppelmann Petrinovic
Psicólogo clínico-Psicoanalista


Epígrafe:
“Hemos llegado a la paradoja de que yo soy más solidario con mis vecinos en la medida que menos me relaciono con ellos”.
Carlos Peña, The Clinic.

Este epígrafe que lo tomaré como aforismo a mi desarrollo, nos lleva a reflexionar respecto a ciertas condiciones de verdad que favoreciendo medidas que se instalan como dogmas producen efectos distintos a los que se venera de manera casi sacralizada.

La mirada hacia lo social transformada hoy en un estereotipo deseable y transformado por algunos en un cierto carné de inmunidad moral puede en ciertas circunstancias instalarse de un modo paradojal contrariando incluso su fin esencial.

En términos más vernáculos a veces se cumple el aforismo aquél: “no me ayude compadre o “el remedio es peor que la enfermedad.”

Precisamente es paradojal que en el significante remedio o fármaco este implícito, de acuerdo con los griegos y fiel a su etimología “pharmakon”, que evoluciona desde ser chivo expiatorio en sus inicios en los rituales de purificación o exorcisación de lo impuro, pasa a tener la acepción de “veneno” o panacea.

Es decir, alude a que lo que cura y simultáneamente mata.

Nos induce a la reflexión muy oportuna en el debate de hoy a propósito de las cuarentenas que explicitan e ilustran de muy buena manera las paradojas.

La que alude Carlos peñas y transcrita en el epígrafe de este desarrollo que inscribe un axioma matemático paradojal “a mayor distancia (d+) mayor empatía y cercanía social (d-).

Frente a la discusión que se ha instalado en el país relativa a lo que se ha llamado normalización o cuarentena, en consonancia con la única forma de discusión polar que hoy fomentan los medios de prensa, las ideologías, las posturas de todo tipo y las diversas formas de fanatismos estimo es necesario, urgente y útil rescatar visiones que recojan miradas más extensas y de mayor profundidad.

La paradoja inaugura la contradicción y con ello asesina a la verdad absoluta lo que permite la reflexión y el pensamiento en contraposición a los estereotipos o los dogmas.

Así podemos abordar la cuestión de encierro o libre circulación, desprenderla de una discusión encerrada (otra paradoja) en la polaridad política “de gobierno bueno-gobierno malo”, en términos más complejos, que aborden distintos aspectos de la subjetividad humana, sus deseos, su cultura y su dualidad.

Trasladamos de este modo la cuestión moral o política de lo bueno o malo de una medida, a analizar si ella calza o se amolda a las verdaderas dimensiones subjetivas.

Dimensiones que desde los inicios de la filosofía debate acerca de la dualidad cuerpo-alma con todas sus variantes y vicisitudes.

A nivel de la medicina expresada en la salud física y /o mental.

Instala el concepto de oportunidad, eficacia y pertinencia.

Entonces he aquí que el debate entre prohibir o permitir, encerrar o liberar, puede llevar a otras acepciones. Donde morir o vivir se conviertan en otra paradoja

Si vives mueres y si no mueres no vives.

Así las opiniones radicales y paroxísticas nos obligan a la peor de las omisiones y olvidan la más irrenunciable dimensión humana como es la psicológica y nos muestran de frente esta gran paradoja:

 “Hacer cuarentena para prevenir la muerte por ahogo producto de los síntomas de la enfermedad y en ello ahogar la libertad y la subjetividad humana.

Prevenir el ahogo y ahogarse en el intento.” 

No será más bien que evitar y prevenir no son acepciones idénticas.

¿Que es mejor prevenir y así vivir? ¿Evitar y no vivir?

¿Estamos condenados por cualquier medida profiláctica a reducirnos a una cuestión de vida o muerte?

A mi entender es necesario normalizar (no hay que temerle a esa palabra ya que sería una locura, es decir, una anormalidad hacerlo) manteniendo las prevenciones y la prudencia de una temeridad necesaria que nos permita vivir como se nos había olvidado: que la muerte existe esencialmente para los vivos.

Vivir sin olvidarse que la muerte existe y tampoco vivir como un muerto en vida generando una forma esclava y ajena a toda libertad (Zombie),

Quizás sería el modo más sano, desde la psicología rescatar lo humano respetando la subjetividad de cada cual en sociedad.

Ni morir por vivir ni vivir para morir.

Vivir paradojalmente no creo sea algo propio de la subjetividad y de las personas.

Bienvenida normalidad por ser ello lo consustancial al hombre y una condición humana que bajo ninguna amenaza se puede tan dogmáticamente conculcar.

De ocurrir, las paradojas con su infinita capacidad de asombro nos recordaran con su lógica inexorable como su esclavo a César: César no te olvides que eres hombre.

Que fortuna es aquella del pensamiento y la reflexión. Que extraño bien le trae al alma y al cuerpo. Que virtuoso resulta para el bienestar y la cultura.

De eso se trata entonces del bien-estar del individuo mirado como tal en su doble dimensión de cuerpo y alma.

¿Será que el verdadero antídoto al virus social sea recobrar el pensar sobre el militar?

Extraña paradoja que a forma de conclusión muestra que aquellos que abominan de lo militar al final en vez de pensar… militan en tal o cual religión ideológica.

Rasgan así vestiduras pregonando soluciones paradojalmente, impertinentes, inoportunas y por sobre todo ineficaces.

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