26 de abril de 2020
Tomas Bradanovic
Estoy leyendo el ensayo "La sociedad abierta y sus enemigos" de Joao Carlos Espada. Hubiese preferido leer el libro original, pero debo reconocer que, igual que con Rawls, Dworkin y otros escritores liberales de moda, el libro original es insoportable, soporífero, reiterativo y muy mal redactado, nunca he podido leer más de 10 páginas seguidas, obligado a acudir a un resumen.
Pero los resúmenes que había leído o visto de Axel Kaiser y otros divulgadores nunca me gustaron. Admiro mucho a Kaiser y otros por el estilo, pero cuando hablan de ideas liberales se ponen difíciles de soportar, no explican, recitan, o más bien rezan el credo de Popper. Lo bueno del ensayo de Espada es que conoció personalmente a Popper, tuvo cierta amistad con él y no se limita a repetir lo que escribió sino que da su interpretación personal, lo que hace al ensayo algo más entretenido.
Una de las cosas que le dio gran popularidad, especialmente en la comunidad científica, es su teoría del "falibilismo", que dice que la ciencia se basa en hipótesis que nunca podrán tener el valor de verdad o certeza, si hay miles o millones de experimentos que confirman una hipótesis, eso no le da categoría de verdad, porque basta con un experimento que la desmienta para que la hipótesis sea falsa. Es lo que Popper llama "la asimetría de los enunciados universales" ¡Qué manera de confundir con el lenguaje una idea tan simple!
De hecho además de simple no tiene nada de original, los matemáticos griegos tenían clarísima esa distinción entre una hipótesis y un teorema, y los matemáticos modernos ya sabían bien que un teorema -por muy consistente que sea en su lógica- tampoco tenía en sí mismo ningún valor de verdad, el Teorema de Godell creo que fue el que demostraba que ningún sistema matemático podía ser completamente consistente. La popularidad de Popper entre los científicos es un poco inexplicable para una ida tan poco original.
Una consecuencia original derivada del falibilismo es que permite distinguir entre ideas científicas y las que no lo son. Una afirmación es científica si puede ser refutada, por ejemplo si yo propongo que "cualquier cuerpo arrojado hacia arriba vuelve caer" es una afirmación científica, aunque equivocada, porque una sonda espacial que sale de la órbita terrestre no va a volver a caer nunca a la tierra, el hecho que se haya encontrado un contraejemplo que la desmiente, no hace a la idea menos científica, al contrario. Pero si yo digo "Dios si existe" esa no es una afirmación científica, porque no hay como refutarla, hay muchos ejemplos similares.
La gente con cultura superficial pensará que solo el conocimiento científico tiene valor y que la fe, la intuición, la iluminación o cualquier otra clase de conocimiento "no son reales", identificando a la ciencia con la verdad y a las otras formas de conocimiento como superchería. Esa es una idea ignorante, además totalmente anti científica, al revés de lo que la gente cree, porque es justamente una de esas ideas que no pueden ser refutadas. O sea creer que lo científico es verdad mientras que lo no científico es mentira, es una idea completamente anti-científica
Con todo, en su época Popper tuvo el mérito de hacer una crítica demoledora tanto al nazismo como al comunismo, cosa que se entiende siendo él judío. El libro "La sociedad abierta" es mucho más eficaz en lo que ataca que en lo que propone. La crítica sistemática del historicismo y a la idea que existen "las leyes de la historia" es un buen ejemplo. En su libro "La miseria del historicismo" Popper habla sobre esto, aunque más que argumentar en contra de la idea, que hay constantes históricas del comportamiento humano que se repiten, lo que hace es afirmar que esta idea ha llevado al surgimiento de regímenes totalitarios. O sea que no discute si el historicismo es válido o no, sino que dice que es una idea muy dañina, nada más.
En cualquier caso tiene el mérito de haber producido algunas de las mejores críticas al comunismo y al fascismo, aunque la crítica de su amigo Hayek, en Camino de servidumbre está bastante mejor escrita y argumentada, tomando como base... la historia.
Espada, en su ensayo, escribe que, de esta diferencia entre ideas científicas y no científicas sale la idea que "la posibilidad de criticar, contrastar y tratar de refutar una teoría es una condición vital para el progreso del conocimiento. En otras palabras, la libertad de crítica es esencial para el progreso del conocimiento", bueno, parece una idea sensata, pero la consecuencia que saca Popper de esto ya no es tanto.
Porque el paso siguiente de "sir" Karl Popper -distinción que le gustaba mucho- fue decir que las sociedades humanas se dividen en dos tipos: las sociedades abiertas donde existe la posibilidad de crítica y las sociedades cerradas, donde esta crítica no es posible, las primeras serían -según él- superiores porque permitirían "aprender de los errores" mientras que las segundas serían totalitarias y estancadas.
En este punto el pensamiento de Popper se extravía y cae en el error de pensar que sólo lo que es de tipo científico es superior a lo no científico, de allí salta a que la democracia representativa es el mejor sistema que existe y todo lo demás que ya sabemos. Este salto es claramente equivocado porque otorga valor de verdad y superioridad per se a lo científico, siendo esta una afirmación no falibilista, es decir no científica. Viste de ciencia sus meras opiniones y preferencias personales, algo que se ha hecho muchas veces antes.
Curiosamente Popper acude a explicaciones historicistas para reafirmar este punto, comparando la rivalidad entre Atenas y Esparta con la rivalidad entre los totalitarismos y el "mundo Libre" durante la Segunda Guerra Mundial, no deja de ser chistoso en quien escribió "La miseria del historicismo".
Dentro de todo Popper no era tan tonto como para creer en el "gobierno del pueblo" o en la "soberanía popular", dos conceptos que rápidamente convergen hacia la demagogia. Por el contrario su idea era que las instituciones que limitaran el poder de los gobiernos de turno iban a eliminar la dictadura de las muchedumbres, la peor de todas según Stuart Mill, otro "liberal" notable.
Popper tenía una fe inmensa -y bastante ingenua creo yo- en las instituciones. Creía que la constitución, las leyes y "la calidad de las instituciones" iban a permitir que ladrones gobernarían sin poder robar, los asesinos sin poder matar y los abusadores sin poder abusar. Don Diego Portales -el mismo que dijo "a la Constitución hay que violarla, cuantas veces sea necesario"- le podría haber abierto los ojos hace rato.
Popper está de moda hoy, es el ídolo de los liberales de sobaco ilustrado que lo recitan con un fervor casi místico. Pero la verdad es que de sus ideas se sirvió la Social Democracia para vendernos su basura por más de medio siglo y no está muy lejos, intelectualmente, de John Rawls o de Ronald Dworkin, sumos sacerdotes del actual -y nefasto- progresismo. Un par de ideas rescatables pero también muchísima ideas pésimas, como todos los demás.
Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/
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