28 de enero, 2020

 

 

 

Jose Antonio Kast
Presidente Partido Republicano


Algunos dicen que vaticinar un “marzo terrible” puede ser una forma de profetizar algo que se va a terminar cumpliendo y que es mejor callarse y obviar esa potencial realidad. Otros preferimos ser más sinceros y decir de frente que rechazamos esa posibilidad y que queremos que el Gobierno se anticipe y no reaccione a esa eventualidad.


El ataque a Carabineros en Antofagasta y la insólita celebración del diputado comunista Hugo Gutiérrez en un mensaje son el fiel reflejo del pésimo estado de la seguridad y el orden público en Chile. Si los llamados “honorables” son capaces de festinar con el intento de asesinato de la policía que solo estaba cumpliendo con su deber y no existe una condena transversal de todo el arco político y una reacción mucho más fuerte del Gobierno, la verdad es que el panorama es muy desalentador.

La falta de coraje y convicciones para defender principios tan fundamentales como estos, es lo que tiene al Gobierno con el bajo nivel de aprobación que tiene hoy día. Pero lo más grave es que un Gobierno debilitado es el que va a recibir al país en marzo y que no tiene ni ha tenido las herramientas para hacer un efectivo ejercicio de su labor de cuidar el orden público y a la mayoría de los chilenos.

Mientras los chilenos se preparan para tener vacaciones luego de un año muy intenso, la izquierda se articula para volver a tensionar la política y la sociedad a partir de marzo. Cualquier excusa es válida: día internacional de la mujer; retorno a clases de los estudiantes; o el regreso al trabajo de millones de chilenos. Para los que quieren destruir a nuestro país, la excusa es lo de menos, lo importante es planificar para que los chilenos no puedan volver a la normalidad y seguir combatiendo las fuerzas de orden y seguridad, para imponer el desorden y el caos en las calles.

Algunos nos tildan de extremos, simplemente por querer que se imponga el sentido común y la gente pueda vivir en paz. Nos hablan de “violencia” al indignarse por las pensiones, los bajos sueldos o la indignidad en la salud o la educación.

Y por supuesto que cada una de esas indignidades son injustas e inaceptables, pero en caso alguno justifican la verdadera violencia que ejercen los encapuchados en las calles; la de aquellos que quemaron el metro, saquearon negocios y destruyeron la propiedad pública y privada. Esa violencia que ha convertido al país estrella de Latinoamérica en uno de los mediocres del barrio y que hoy tiene a los chilenos más pobres y desamparados que antes.

Algunos dicen que vaticinar un “marzo terrible” puede ser una forma de profetizar algo que se va a terminar cumpliendo y que es mejor callarse y obviar esa potencial realidad. Otros preferimos ser más sinceros y decir de frente que rechazamos esa posibilidad y que queremos que el Gobierno se anticipe y no reaccione a esa eventualidad.

Las estrategias no se anuncian, se implementan. Luego de 100 días, ninguna de las estrategias del Gobierno para enfrentar la violencia en Plaza Italia ha sido efectivo y mientras ello no ocurra, los delincuentes tendrán vía libre para seguir atacando a Carabineros e interrumpiendo el orden público. Se necesita algo distinto y se necesita de forma urgente.

Partamos por algo menor, como asegurar una semana de paz en la Plaza Italia y prohibir, en los hechos y en el derecho, cualquier tipo de manifestación. El Intendente o el Ministro del Interior que logre eso, va a empezar a pavimentar el camino de la legalidad y el orden público en Chile que extraviamos hace un tiempo. Un primer paso indispensable que nos puede ayudar a evitar que se aparezca marzo y que términos sorprendidos con un nuevo estallido de violencia que nadie quiere de vuelta en nuestro país.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/jose-antonio-kast-se-aparece-marzo/

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